domingo, 21 de julio de 2013

Sonreírle a los músicos callejeros es una de mis cosas favoritas. En el tenor de estos días soleados, principalmente. Es bonito diseminar el bienestar que otorga una sonrisa, y más cuando se trata de un creador de algo tan bello como es una melodía. Es un trueque; algo bello por algo bello, lo efímero por lo efímero, el oído por la vista. La coincidencia de la sonrisa podría detonar un estado emocional positivo que se traduzca, a su vez, en un acto sustancial o transformador en el músico. Ese músico que es simultáneamente inseguro y muy confiado. Ese músico dramático... Ese músico callejero, que comparte su talento a cambio de un par de monedas.
Sonreírle a los músicos callejeros es fantástico.
 

Made by Lena