miércoles, 29 de septiembre de 2010

Se llamaba Chico, o así le llamaban sus amigos de aquel antro en el que tocaban jazz. Nunca supe su verdadero nombre... Pero ¿qué mas da?. Me dio algo mucho más importante, la lección más valiosa, y rara, que me han dado en la vida. Se acercó a mí con esos aires de pájaro libre, que viene, que va, que esquiva todo, que nunca para. Alguno de sus amigos susurró que en Viena estaba cantando Ella Fitzgerald. Bien, mientras chascaba los dedos y sonreía de aquella manera, cantaba, o recitaba, o acompañaba a aquel viejo saxofón, y la letra era esta:

No es necesario tener dinero para actuar en este mundo. No es necesario ser delgada, si es que quieres ser mi chica. Sólo debes estar feliz, aunque a veces cueste. Sólo recuerda sonreír, sonreír, sonreír, es suficiente para empezar. Así que si no vistes bien, no te deprimas, y si tu vida no es cocinar, aquí habrá mucho pescado. Sólo debes estar feliz, así que no frunzas el ceño. Sólo recuerda sonreír, sonreír, sonreír, y pon el mundo a girar. Sólo recuerda sonreír, sonreír, sonreír ¡Vamos! Enséñanos los dientes y lo que llevas dentro. Porque todos tienen problemas, así es como la historia avanza, no es necesario usar telescopios, para ver que hay más allá de tus “no”. Porque si te sientes feliz, esa es la forma de salir adelante. Sólo recuerda, sonreír, sonreír, sonreír. Eso hará las cosas más fáciles, cuando te sientes mal.

Guiñó un ojo, el izquierdo, y se fue, con la sonrisa aún en su cara.

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